sábado, 28 de mayo de 2011

Por qué ya no apoyo #acampadasol: "Todo el Poder para las Asambleas" vs "Todo el Poder para el Pueblo"

Ayer tomé la firme decisión de abandonar definitivamente cualquier tipo de apoyo a #acampadasol. Lo hago fundamentalmente por motivos de convicción moral.

No quiero a partir de hoy hacerles el juego a los grupos antisistema que allí tienen controlada la toma de decisiones importantes.

Desde un principio, incluso antes de que pasase el momento de mayor apoyo popular a las protestas hubo movimientos muy organizados para alzarse con los puestos de poder de la acampada. Y ya desde ese principio, un grupo muy definido, con una gran presencia del movimiento okupa, empezó a controlar los turnos de palabra, el acceso al altavoz. Y desplegaron estrategias como posponer decisiones para desanimar, emborronar, desmovilizar y más tarde aprobar o rechazar esas mismas medidas a las 2 de la mañana cuando ya solamente quedan ellos. Imposibilitan así premeditadamente la participación efectiva de ciudadanos con obligaciones familiares, trabajo, estudiantes o cualquier persona con una ocupación y lo hacen convocando y desconvocando reuniones, posponiendo decisiones de la mañana a la tarde y luego a la noche, en reuniones de comisiones kafkianas que pueden durar cuatro horas, y en las que los temas importantes se tratan de refilón, obliterados por las más pintorescas propuestas programáticas o bien enfocadas a retroalimentar la burocracia mediante modificaciones constantes del organigrama general del campamento. Todo ese retorcido método está orientado a asegurarse una presencia importante de los grupos antisistema.

No quiero vincularme personalmente en que algo que pueda colaborar en que triunfe su propuesta de sustitución de la democracia por una oligarquía anticapitalista sin representación en la sociedad. Yo quiero que se reforme el sistema democrático, no dinamitarlo por la base para sustituirlo por lo que proponen estos. Antes pensaba que ellos querían más cosas y con más prisa, y ahora tengo claro que lo que quieren es algo diferente: que nunca van a aprobar el consenso de mínimos, no porque les parezca poco, sino porque no es lo que quieren: si aspiran a eliminar la Constitución, ¿cómo van a aceptar pedir reformar leyes puntuales, por importantes que estas sean? Simplemente no quieren acordar los puntos básicos porque no los comparten.

Mi visión es que los que se han apoderado del sistema #acampadasol están muy bien coordinados, han tomado el poder de decidir qué se habla, qué no, de cambiar órdenes del día a sus antojo, y saben que posponiendo la votación indefinidamente pueden estirarlo hasta que estén en una asamblea pequeña y controlada, o mejor, multitud de mini-asambleas de barrio que podrá capitalizar y manipular mucho mejor esta oligarquía que comparte un programa de ultraizquierda.

En la asamblea de ayer se iba a votar el consenso de mínimos, pues estaba en el orden del día después que en la anterior asamblea se aceptase debatirlo. Ayer la asamblea general era grande y llena de gente movilizada por la brutal agresión de los Mossos de Esquadra a los acampados de Barcelona, con lo que ellos, el grupo dominante, no podían tolerar por ningún medio que se votase la propuesta.

Cuando, al principio de la Asamblea el moderador (“dinamizador de asambleas”) expuso que se iba a tratar el tema del consenso de mínimos, y se enunciaron sus puntos básicos, la idea se acogió con júbilo por una gran mayoría de los asistentes. El “moderador” estaba lanzado a empezar el proceso de “votación”*, pero miró atrás y alguien con algún gesto muy preciso, que deben de haber usado ya muchas veces, le dejó claro en un momento que tocaba decir que no, que se estudiaría, se llevaría de nuevo a grupos de trabajo donde empezaría otra vez de cero el mismo proceso largo, tedioso y retorcido. Es sentido de esto: dispersar, desmoralizar, y encima que no quedase hacia fuera la impresión (cierta) de que están en contra de la propuesta por principio y así seguir jugando a la ambigüedad cara a la opinión pública para seguir captando ilusos desinformados e idealistas.
Ya no me cuento entre los que todavía piensan en que ese obscuro sistema hiperburocrático mutante, hecho ex-profeso para la confusión, va a tener alguna fisura por la cual una idea justa se pueda deslizar.

Yo sigo desde hoy mismo luchando con todos aquellos que comparten el mismo objetivo, la regeneración democrática de nuestro país, pero fuera de #acampadasol.





*Otro de los mecanismos de manipulación de las asambleas es que es el mismo moderador el que decide si algo se ha votado positivo o no, cometiendo auténticos atropellos, o repitiendo la misma votación varias veces hasta que salga el resultado deseado.

miércoles, 25 de mayo de 2011

¿Cómo materializaremos la energía del 15 de mayo? De las votaciones por internet a las iniciativas legislativas populares

Pasan los días después de las elecciones del 22 M y el panorama general se complica para la consecución  de las reclamaciones de los indignados: los partidos siguen a lo suyo, confiados, y algunas acampadas emblemáticas, como la de Sol, han ido cambiado su perfil a medida que disminuye su capacidad de convocatoria. La única esperanza de que sobre los rescoldos de esta "revolución" surja otra vez la llama, incluso más fuerte, es agrupar, crear consensos, empujar todos en la dirección que nos ha unido, aun proviniendo de distintas posiciones ideológicas, o incluso de ninguna.

El consenso de mínimos permitirá todo eso. Las buenas noticias son que en internet muchos nos hemos organizado para defender esta postura, y aunque estamos necesitados de apoyos, algunas personas influyentes como Ricardo Galli e Ignacio Escolar se han sumado con fuerza. Galli, de hecho, se puede considerar en parte "el padre de la criatura". Además, algunas acampadas, como Barcelona, Palma y Vigo están trabajando ya en esa dirección. Es algo muy esperanzador.

Las malas noticias, es que, como es lógico, incluso en su esqueleto básico, las conclusiones consensuadas de las distintas asambleas, foros de internet e iniciativas, tienen ligeras diferencias: en sus prioridades, en la inclusión o no de un cuarto o incluso quinto punto...

Por un lado, todos estos primeros consensos y votaciones, aun siendo un inicio muy esperanzador, y es necesario participar en ellas al máximo, no tienen una base científica rigurosa. Votaciones que dependen de la presencia física en una plaza a una hora concreta, no son representativas de mucha más gente que podría participar y que comparte las ideas básicas. Y votaciones que dependen de un número de IP de un ordenador, o de una cuenta vinculada a un correo electrónico son fácilmente manipulables, borrando el caché del ordenador, usando varias terminales o creando múltiples cuentas.

Con esto, pienso que en estos momentos nos debemos centrar en la difusión de la idea de la búsqueda del consenso, y darle la importancia que tienen a estas primeras votaciones. En un momento dado, una vez propagada suficientemente la idea (como mínimo en números equivalentes a los de algunas de las famosas acampadas, para empezar a ser tomados en serio), el siguiente paso es organizar votaciones reguladas para cada uno de los puntos por separado. Esto se puede hacer mediante:

1- Votaciones con DNI electrónico vía internet, como forma rápida y cómoda de votación sin que requiera la presencia física del votante.

2- La presentación de Iniciativas Legislativas Populares separadas para cada uno de los puntos básicos. Este procedimiento tiene las siguientes ventajas:

  • Independiza cada uno de los puntos, con lo que cada uno puede votar (firmar) sólo aquéllos con los que se encuentra más cómodo, aquéllos que apoya. 
  • Permite hacer más presión a los políticos, que se tienen que enfrentar cara a cara con cada una de las propuestas, y tomar posición.
  • Se presenta de una manera oficial y se dirige directamente al organismo que tiene la capacidad para cambiarlo: el Parlamento. Tiene más repercusión en los medios que votaciones por internet.
  • La petición de firmas se puede centralizar, de manera que la logística es muy similar a si se presentase una sola ILP.
Las pegas que me han planteado algunas personas a esta propuesta son fácilmente soslayables. Me han argumentado que las recogidas de firmas cuestan mucho trabajo. Un número de personas mínimo se tiene que implicar sufiicientemente para hacer la recogida de firmas por calles e instituciones. Cierto. Pero merece la pena. Mi planteamiento es que todo esto sólo tiene sentido si sigue habiendo una cantidad notable de personas comprometidas con conseguir un cambio. Si no hubiese suficientes personas voluntarias todo esto no tendría sentido. Pero las habrá. Decenas de miles de personas ya nos hemos movido, y lo volveremos a hacer.

La otra pega es que una vez presentadas las ILPs en el parlamento las pueden echar para atrás todas, una a una. Cierto también. No obstante, tendrán también que retratarse todos los partidos cada vez con cada uno de los puntos, dejando claro que son parte del problema. Esto avivará el debate público y permitirá que se afiancen partidos de todo el espectro ideológico que defiendan los puntos básicos. También es posible que aprueben algunos puntos y echen para atrás otros, lo que ya sería un avance. Además, se ejercerá una presión más puntual y coordinada que ya no les va a permitir decir que esto es cosa de cuatro "perroflautas" que no saben ni lo que quieren. Se contabiliza el apoyo real de cada una de las peticiones concretas.

A día de hoy la prioridad tiene que ser difundir la idea, apuntarse a los grupos de internet, recabar apoyos, llegar a los medios, tratar de exponer estas ideas en las asambleas que sigan siendo permeables al debate... todas las vías de difusión son positivas. Hay mucha gente que todavía no se ha enterado (o bien no ha querido enterarse) ni siquiera de qué pide el 15M: es el momento de que lo conozcan sin deformar.

Nota (12/6/2011): A estas alturas es sobradamente conocido que las ILPs han tenido una muy limitada incidencia para ejercer presión sobre las instituciones en lo que va de democracia, y medio centenar de ellas han dado como resultado la aceptación de tan solo una. Esto, sumado a que no está contemplada la posibilidad de cambiar leyes orgánicas mediante ILPs (la Ley electoral lo es), hace que debamos de analizar cuál es el mecanismo adecuado con más detalle. Tal vez una simple petición al Congreso mediante la recogida de firmas (electrónicas y en papel) podría ser el sustituto para el caso de la Ley Electoral. Es evidente que sólo con eso no se conseguirá el objetivo de cambio, con lo que sería anecesario usar todos los medios legales al alcance del ciudadano: desde recurrir masivamente al Defensor del Pueblo hasta manifestaciones, pasando por presión en los medios de comunicación e internet, creación de asociaciones que lo coordinen, etc.

martes, 24 de mayo de 2011

Algunas reflexiones acerca del 15 M y la necesidad de un consenso de mínimos

Una de las cuestiones que más me llamaron y atrajeron hacia el 15M es su carácter realmente novedoso en el panorama político español, pero también en el internacional. Y la prueba es que a la prensa de muchos países, incluido el nuestro, le ha pillado con el pie cambiado.

El periodista medio se ha planteado "Veamos: ¿quiénes son estos y qué piden?"

La primera tentación en la que cayeron muchos de ellos es la de coger una plantilla conocida y trasladarla tal cual. ¿Es esto Egipto?, se preguntaban. "No puede ser Egipto porque en España hay ya una democracia, que lo he leído". Cogieron entonces paralelos que puediesen ser referencias en Europa y llegaron a la conclusión de que estaban frente a un fenómeno asimilable a las revueltas sociales de Grecia. No podían estar más equivocados. Cierto que la situación de un paro brutal y rampante ha sido detonante del malestar general, es esa la parte de la que podemos estar avergonzados: la democracia ya funcionaba igual de mal cuando atábamos los perros con longanizas, y nadie (o casi nadie) movió un dedo.

Pero la esperanza me la dio el que las consignas, la mayoría, de ellas, no eran "Queremos trabajo, queremos ayudas estatales", sino "Queremos una democracia mejor", "Queremos la capacidad de poder elegir a nuestros representantes de una manera más justa". Eso son puntos básicos que no se pueden identificar más con una u otra ideología del panorama político actual, primero porque son reivindicaciones que cualquier demócrata de corazón suscribiría, ni con ningún partido porque son precisamente sus estructuras cerradas establecidas unas de las principales atacadas en todo esto. No se puede pedir que los partidos se identifiquen con estas exigencias, aunque algunos lo hagan de boquilla y por oportunismo, porque en realidad significa sacarles del sistema en el que más cómodos están.

Estos últimos días estamos recibiendo mensajes de que lo que hay que hacer es crear un nuevo partido que defienda todo lo que se reivindica: ese sería un error de bulto, y considero que esas peticiones en muchos casos son del todo malintencionadas y destinadas a boicotear el éxito de las iniciativas:

A los partidos les interesa enfrentarse con un adversario conocido, en los términos y con el campo de juego en el que se sienten cómodos: están preparados para ningunear y derribar otro partido más, tienen experiencia en eso y además esta ley electoral les ayuda. Más allá, un partido necesita posicionarse en todos los aspectos de la realidad: desde la política energética a las relaciones internacionales, dede la educación a la sanidad. Y se acaba conviertiendo en otro bloque monolítico, otro paquete de medidas que las tomas o las dejas, como las lentejas... el trágala al que nos tienen acostumbrado. "Yo voto a este, porque es el menos malo", solemos decir.

Para que esto signifique algo, para que podamos recordar el hashtag de #spanishrevolution sin sentir un poco de vergüenza por el uso gratuito del término "revolución", tenemos que mantenermos ajenos a los esquemas de partidos, que son parte de la base del problema. Y centrarnos en el esqueleto de la regeneración democrática. Yo, claro, tengo mis prioridades, sé cuál sería mi "consenso de mínimos", en mi caso la petición de la apertura de listas para la ruptura de la férrea disciplina de los partidos (con un diputado que fuese por partido al hemiciclo bastaría a día de hoy), la eliminación de la ley D'Hont y la implantación de un sistema electoral en el cual todos los votos valgan lo mismo independentemente de dónde o a quién votes, y medidas para una efectiva y real independencia del poder judicial. Otros hacen más énfasis en el papel del Senado, en medidas para la transparencia institucional contra la corrupción. Todo esto se debe hablar para identificarlos todos, no dejarse ninguno.

El motivo por el que creo que nos debemos de centrar en este debate, y no en detalles programáticos es por un lado práctico a corto plazo (agruparemos mucho más consenso) y a largo plazo, pues sentando las bases de una democracia mejor tendremos, todos, la posibilidad de influir de una manera más directa y equitativa para la solución de los demás problemas concretos que cada uno pueda sentir prioritarios.

Es por ello que creo urgente retomar la fuerza de un movimiento que ahora corre peligro de disolverse y convertirse en uno, o más bien, varios micropartidos (o tal vez pseudopartidos)  muy ideologizados, a los que yo, y creo que muchos nunca votaríamos. Los grandes lo saben desde sus despachos, y por eso respiran tranquilos.

Démosles algo en qué pensar.