Hoy toca hablar en positivo. Hoy ha salido a la luz la primera iniciativa reglada de carácter general para solicitar de una manera rigurosa los cambios que nuestra democracia necesita para ser más justa.
Un referéndum donde se preguntará a toda la ciudadanía su opinión sobre la necesidad de las siguientes cuestiones:
1- Reforma de la ley electoral, mayor proporcionalidad y desbloqueo de las listas abiertas.
2- Ley de transparencia, mecanismos de control y lucha contra la corrupción.
3- Separación de poderes: independencia del poder judicial
4- Democracia más participativa, potenciación de referéndums, Iniciativas Legislativas Populares y presupuestos participativos.
5- Economía responsable, justa y sostenible.
Las preguntas no están todavía cerradas en su redacción, y queda mucho trabajo por hacer. Hay que organizar mesas electorales y dispositivos para que se pueda votar con DNI electrónico o bien mediante papeleta. El referéndum estará controlado por observadores internacionales de reconocida independiencia y se garantizará la no duplicidad del voto.
En las próximas semanas se irán publicando más detalles sobre el referéndum en la página oficial:
http://referendum15deoctubre.info
Ahora es muy importante difundir esta información para que llegue a todos los españoles y puedan ejercer su derecho de participación. ¡Pásalo!
Sobre una democracia real
sábado, 18 de junio de 2011
jueves, 9 de junio de 2011
Mi respuesta al "sano debate" sobre Consenso de Mínimos expuesto por #acampadasol a través de Carlos Taibo
Desde que empezó el debate sobre el consenso de mínimos, la aceptación de la idea y los apoyos no han hecho más que crecer. Muchos grupos conversan en internet y en las propias plazas con la convicción de que existe la necesidad clara de aunar a la sociedad en torno a las necesidades básicas de nuestra democracia, más allá de banderías y visiones programáticas de cualquier signo político. El objetivo: que la presión social sea tan abrumadora que consigamos de una manera efectiva esos cambios clave, que facilitarán que el resto de las exigencias se puedan debatir y votar en un marco más justo y equitativo.
Desde entonces, la línea oficial de #acampadasol no había mostrado ningún argumento en contra, sino que centró sus esfuerzos en posponer para debilitar, en efectuar cazas de brujas y purgas en grupos de trabajo y comisiones, desde la de Comunicación hasta la nonata de Dinamización de Objetivos, por poner sólo dos ejemplos notables, y en distraer el debate hacia otros aspectos, sabedores del tirón que el concepto tiene entre los indignados: evitaban así dar exposición y notoriedad a la idea, no fuese a prender. En eso han fracasado. El consenso de mínimos está en boca de todos: desde personalidades de la talla de Eduard Punset hasta grupos de trabajo, foros, y ahora también medios de comunicación.
Esto ha forzado que los mandatarios de la oligarquía que controla Sol hayan tenido que posicionarse y dar algún argumento. Y han tomado para ello el siguente artículo de Carlos Taibo en la página "Globalízate". Lo han difundido a través de sus vías de comunicación bajo el nombre de "argumentos para un sano debate sobre el consenso de mínimos". Es destacable que ese debate se hace en un blog que ni siquiera admite comentarios, y llama la atención la virulencia disfrazada de reflexión con la que se encadenan medias verdades y alteraciones de los hechos para intentar desmontar lo que ya no se puede parar. El objeto de este post que escribo no es otro sino dejar al descubierto la pobreza de los argumentos mostrados y las falsedades lanzadas para intentar confundir a aquellos indignados bienpensantes que no tuviesen una opinión forjada al respecto del consenso de mínimos.
En cursiva, el artículo original. Intercalo mis comentarios.
"Conviene dejar sentado desde ahora que el alcance de ese programa es limitado. Nació de una de las muchas comisiones que operan en la Puerta del Sol madrileña --la de política a corto plazo--, cabe suponer que debe mezclarse con las propuestas que surjan de otras comisiones, en modo alguno toma en consideración lo que hayan podido decidir l@s participantes en acampadas y asambleas en otros lugares..."
"Aunque el alcance de la propuesta mencionada es --parece-- escaso, creo que haremos bien en apreciar en ella un síntoma de algo que está ocurriendo y que puede reaparecer con fuerza aún mayor. Pienso, en primer lugar, en algunas de las consecuencias imprevistas, no precisamente saludables, del procedimiento de decisión que se está aplicando en tantos lugares: un método que, al desterrar el voto en provecho del consenso, permite prescindir, sin más, de un sinfín de propuestas que gozan de un amplísimo respaldo entre quienes las debaten. Al final, y de resultas, sólo salen adelante aquellas iniciativas que, por lógica, no suscitan controversia alguna. Nadie dirá, claro, que se opone a la instauración de medidas que castiguen la corrupción."
La idea del consenso de mínimos parte de la convicción de que estructurar un programa electoral con una visión y propuestas para todos los aspectos de la realidad que nos rodea nos convertiría, de facto, en otro partido político, alineado con una ideología muy concreta y por tanto minoritaria al proponer un bloque doctrinal. Eso impide ser partícipe del movimiento, no ya y por descontado a otras sensibilidades políticas, sino a personas que en términos generales serían afines a dicho programa pero que difieren de algunos puntos concretos. Si el descontento que el autor gratuitamente atribuye a “muchos”, tiene que ver con el descontento de no poder imponer una visión del mundo de una ideología muy minoritaria al resto de la sociedad, es un descontento que se debe asumir como necesario. Ese descontento no puede ser tal si se comparte la idea de mejorar y hacer más justo el sistema, y no se está a favor de la derogación del sistema democrático para susituirlo por otros modelos experimentales de incierta representatividad popular.
Desde entonces, la línea oficial de #acampadasol no había mostrado ningún argumento en contra, sino que centró sus esfuerzos en posponer para debilitar, en efectuar cazas de brujas y purgas en grupos de trabajo y comisiones, desde la de Comunicación hasta la nonata de Dinamización de Objetivos, por poner sólo dos ejemplos notables, y en distraer el debate hacia otros aspectos, sabedores del tirón que el concepto tiene entre los indignados: evitaban así dar exposición y notoriedad a la idea, no fuese a prender. En eso han fracasado. El consenso de mínimos está en boca de todos: desde personalidades de la talla de Eduard Punset hasta grupos de trabajo, foros, y ahora también medios de comunicación.
Esto ha forzado que los mandatarios de la oligarquía que controla Sol hayan tenido que posicionarse y dar algún argumento. Y han tomado para ello el siguente artículo de Carlos Taibo en la página "Globalízate". Lo han difundido a través de sus vías de comunicación bajo el nombre de "argumentos para un sano debate sobre el consenso de mínimos". Es destacable que ese debate se hace en un blog que ni siquiera admite comentarios, y llama la atención la virulencia disfrazada de reflexión con la que se encadenan medias verdades y alteraciones de los hechos para intentar desmontar lo que ya no se puede parar. El objeto de este post que escribo no es otro sino dejar al descubierto la pobreza de los argumentos mostrados y las falsedades lanzadas para intentar confundir a aquellos indignados bienpensantes que no tuviesen una opinión forjada al respecto del consenso de mínimos.
En cursiva, el artículo original. Intercalo mis comentarios.
"Aunque pensé que con el paso de los días las aguas iban a bajar más calmadas, lo cierto es que no ha remitido la discusión relativa a un supuesto programa del movimiento 15-M que se concretaría en cuatro puntos: reforma del sistema electoral, lucha contra la corrupción, mejoras en materia de división de poderes y control sobre los responsables políticos."
Comienza la exposición faltando a la verdad. Omitiendo puntos del consenso, banalizando y mintiendo en cuanto a su contenido no parece un buen punto de partida para ningún "sano debate". Hay muchos borradores y propuestas aprobadas sobre consenso de mínimos, pero coinciden prácticamente en todo con la excepción de la todavía en debate inclusión de un quinto punto económico. Este es un borrador muy parecido al de la comisión de Política a Corto Plazo de #acampadasol, y de su lectura se desprende que Taibo o no se los ha leído o bien, lo que es más probable, intencionadamente oculta su contenido pues teme su mera enunciación.
"Conviene dejar sentado desde ahora que el alcance de ese programa es limitado. Nació de una de las muchas comisiones que operan en la Puerta del Sol madrileña --la de política a corto plazo--, cabe suponer que debe mezclarse con las propuestas que surjan de otras comisiones, en modo alguno toma en consideración lo que hayan podido decidir l@s participantes en acampadas y asambleas en otros lugares..."
Ninguna de las decisiones de la Asamblea de Sol toma en cuenta los consensos tomados en el resto de las plazas, no sólo las de Política a Corto Plazo. En cualquier caso, es necesario destacar que otras acampadas sí han aprobado el consenso de mínimos como consenso definitivo, no así Sol. Por ende, el debate ha trascendido a las propias acampadas conforme estas han ido perdiendo apoyos estrepitosamente por sus errores de comunicación y su confuso discurso. El movimiento 15M no son sólo las acampadas, sino especialemente las decenas de miles de personas que lo apoyaron en sus primeros días y que volverán a salir a la calle si la convocatoria les convence. También la aplastante mayoría de la sociedad española que según recientes encuestas apoyan los puntos básicos del movimiento. Es un contraste clamorosamente significativo el hecho de que sólo 1.000 personas acudiesen a la manifestación frente al Congreso de los Diputados el 8 de junio.
"...y, en suma, no ha sido refrendado como la propuesta del movimiento. Su eco mediático ha resultado ser, sin embargo, muy notable --aún ayer, sábado 4 de junio, Informe semanal se refería a esos puntos como si fueran el programa de todo un movimiento--, algo detrás de lo cual hay quien ha apreciado la influencia de alguna mano negra que apostaría, con malas artes, por una rápida y contundente anulación de cualquier horizonte de contestación abierta, desde el movimiento, del sistema que padecemos."
La acusación de que los mínimos los están “deslizando" los poderosos para boicotear el movimiento es del todo falsa y malintencionada. Somos muchos de los indignados que participamos en las movilizaciones masivas y en las mismas acampadas los que clamamos por la necesidad de su impulso, apelando a la oportunidad histórica única ante la que nos encontramos. Es precisamente esa posibilidad real de perder sus privilegios lo que pone nerviosos a los poderosos.
"Aunque el alcance de la propuesta mencionada es --parece-- escaso, creo que haremos bien en apreciar en ella un síntoma de algo que está ocurriendo y que puede reaparecer con fuerza aún mayor. Pienso, en primer lugar, en algunas de las consecuencias imprevistas, no precisamente saludables, del procedimiento de decisión que se está aplicando en tantos lugares: un método que, al desterrar el voto en provecho del consenso, permite prescindir, sin más, de un sinfín de propuestas que gozan de un amplísimo respaldo entre quienes las debaten. Al final, y de resultas, sólo salen adelante aquellas iniciativas que, por lógica, no suscitan controversia alguna. Nadie dirá, claro, que se opone a la instauración de medidas que castiguen la corrupción."
Mi análisis es opuesto: el sistema de asambleas con el veto de minorías se ha probado ineficaz para llegar a consensos muy mayoritarios siempre que haya una o dos personas dispuestas a boicotear la iniciativa y este veto tenga el apoyo de la oligarquía que controla los puestos de poder en muchas acampadas. La eterna discusión sobre desmontar el campamento de Sol que ha desgastado a tantas personas y bloqueado el debate de ideas por semanas ha sido un claro ejemplo.
"No es difícil iluminar la consecuencia mayor del despliegue de ese procedimiento: el movimiento pasa a vincularse con un consenso de mínimos que se reduce a acuerdos en materias muy generales, que no parece llamado a tener ninguna consecuencia práctica..."
Al contrario, buscar mínimos que unan a todos los españoles como punto de partida para que se puedan votar las demás reformas en un marco más justo es lo más práctico que se ha propuesto en el 15M
"...--es curioso que los defensores de la fórmula que nos ocupa sostengan lo contrario-- y que deja manifiestamente descontent@s a much@s de l@s implicad@s."
Otra falacia: el consenso de mínimos no se presenta como el ideario completo del movimiento: es un punto de partida por el que luchar todos, independientemente de ideologías, para poder perseguir cada uno sus ideales sobre educación, medio ambiente, política internacional y un largo etcétera con más posibilidades de que las medidas que tengan apoyo suficiente prosperen. Eso es lo que se quiere fehacientemente ocultar por parte de la élite antisistema de acampadasol para acusarnos de conformistas. O ir incluso más allá y tildarnos de colaboracionistas, como en este artículo, que dicha élite ha tomado como único argumento público hasta el momento contra el CdM.
"Y es que, y por acudir directamente al ejemplo de las discusiones que con certeza se hicieron valer en la comisión madrileña de corto plazo, a buen seguro que en ellas se escucharon voces que, tras enunciar distancias con respecto a la democracia representativa y delegativa, defendieron orgullosamente el despliegue de fórmulas de democracia directa. El ascendiente de esas voces es nulo, sin embargo, en términos de una propuesta final que a la postre corre el riesgo de recoger un puñado de ideas que, bien que compartidas por tod@s, no prestan atención a percepciones muy extendidas entre acampad@s y asambleístas. En ese sentido, a la hora de analizar esa propuesta final tanto relieve tiene lo que dice como aquello que no dice. La ausencia, en paralelo, de unos principios programáticos que, mucho más amplios, recojan sensibilidades diversas se hace mucho más llamativa en un escenario en el que el consenso se traduce inequívocamente en una exquisita moderación que, ajena a cualquier suerte de pluralismo, deja inequívocamente descontent@s a much@s."
La idea del consenso de mínimos parte de la convicción de que estructurar un programa electoral con una visión y propuestas para todos los aspectos de la realidad que nos rodea nos convertiría, de facto, en otro partido político, alineado con una ideología muy concreta y por tanto minoritaria al proponer un bloque doctrinal. Eso impide ser partícipe del movimiento, no ya y por descontado a otras sensibilidades políticas, sino a personas que en términos generales serían afines a dicho programa pero que difieren de algunos puntos concretos. Si el descontento que el autor gratuitamente atribuye a “muchos”, tiene que ver con el descontento de no poder imponer una visión del mundo de una ideología muy minoritaria al resto de la sociedad, es un descontento que se debe asumir como necesario. Ese descontento no puede ser tal si se comparte la idea de mejorar y hacer más justo el sistema, y no se está a favor de la derogación del sistema democrático para susituirlo por otros modelos experimentales de incierta representatividad popular.
"De discusiones como la invocada depende, ni más ni menos, la imagen del movimiento como un todo. He sostenido en las últimas semanas que en el seno de ese movimiento hay como poco dos almas (bien es cierto que al calor de las recién creadas asambleas de barrio está asomando alguna más). Si la primera la aportan los movimientos sociales críticos --el caudal de activistas y de propuestas que nacen de los centros autogestionados y okupados, del ecologismo, el feminismo y las redes de solidaridad que mantienen encendida la llama de la contestación, y del sindicalismo alternativo--, la segunda nace de l@s jóvenes indignad@s con la ignominia del sistema político y económico que se nos ofrece, comúnmente en activo proceso de concienciación. Me limitaré a enunciar una obviedad: como quiera que no nos podemos permitir el lujo de divisiones en un momento como el presente, es muy importante que las declaraciones programáticas del movimiento, y con ellas sus concreciones en forma de propuestas precisas, dejen espacio suficiente para que nadie se sienta excluid@ y para que tod@s nos encontremos razonablemente representad@s. Creo firmemente que el programa que los medios de incomunicación han aireado los últimos días, interesadamente, como el propio del movimiento 15-M no satisface, siquiera mínimamente, esa premisa."
Las dos últimas frases del artículo resultan una contradicción en sí mismas. El papel no lo aguanta todo, aunque se disfrace de reflexión académica: para que nadie se sienta excluido, el camino óptimo es llegar al núcleo de lo que todos apoyan. Y no me refiero a todo el movimiento, que aunque es la demostración cívica más importante de las últimas décadas ha movilizado a una cantidad muy pequeña de la sociedad española, sino a la sociedad misma, al todo el pueblo que es donde reside la soberanía, y no en asambleas cada vez más sectorizadas y en declive de participación por el desencanto de muchos.
sábado, 28 de mayo de 2011
Por qué ya no apoyo #acampadasol: "Todo el Poder para las Asambleas" vs "Todo el Poder para el Pueblo"
Ayer tomé la firme decisión de abandonar definitivamente cualquier tipo de apoyo a #acampadasol. Lo hago fundamentalmente por motivos de convicción moral.
No quiero a partir de hoy hacerles el juego a los grupos antisistema que allí tienen controlada la toma de decisiones importantes.
Desde un principio, incluso antes de que pasase el momento de mayor apoyo popular a las protestas hubo movimientos muy organizados para alzarse con los puestos de poder de la acampada. Y ya desde ese principio, un grupo muy definido, con una gran presencia del movimiento okupa, empezó a controlar los turnos de palabra, el acceso al altavoz. Y desplegaron estrategias como posponer decisiones para desanimar, emborronar, desmovilizar y más tarde aprobar o rechazar esas mismas medidas a las 2 de la mañana cuando ya solamente quedan ellos. Imposibilitan así premeditadamente la participación efectiva de ciudadanos con obligaciones familiares, trabajo, estudiantes o cualquier persona con una ocupación y lo hacen convocando y desconvocando reuniones, posponiendo decisiones de la mañana a la tarde y luego a la noche, en reuniones de comisiones kafkianas que pueden durar cuatro horas, y en las que los temas importantes se tratan de refilón, obliterados por las más pintorescas propuestas programáticas o bien enfocadas a retroalimentar la burocracia mediante modificaciones constantes del organigrama general del campamento. Todo ese retorcido método está orientado a asegurarse una presencia importante de los grupos antisistema.
No quiero vincularme personalmente en que algo que pueda colaborar en que triunfe su propuesta de sustitución de la democracia por una oligarquía anticapitalista sin representación en la sociedad. Yo quiero que se reforme el sistema democrático, no dinamitarlo por la base para sustituirlo por lo que proponen estos. Antes pensaba que ellos querían más cosas y con más prisa, y ahora tengo claro que lo que quieren es algo diferente: que nunca van a aprobar el consenso de mínimos, no porque les parezca poco, sino porque no es lo que quieren: si aspiran a eliminar la Constitución, ¿cómo van a aceptar pedir reformar leyes puntuales, por importantes que estas sean? Simplemente no quieren acordar los puntos básicos porque no los comparten.
Mi visión es que los que se han apoderado del sistema #acampadasol están muy bien coordinados, han tomado el poder de decidir qué se habla, qué no, de cambiar órdenes del día a sus antojo, y saben que posponiendo la votación indefinidamente pueden estirarlo hasta que estén en una asamblea pequeña y controlada, o mejor, multitud de mini-asambleas de barrio que podrá capitalizar y manipular mucho mejor esta oligarquía que comparte un programa de ultraizquierda.
En la asamblea de ayer se iba a votar el consenso de mínimos, pues estaba en el orden del día después que en la anterior asamblea se aceptase debatirlo. Ayer la asamblea general era grande y llena de gente movilizada por la brutal agresión de los Mossos de Esquadra a los acampados de Barcelona, con lo que ellos, el grupo dominante, no podían tolerar por ningún medio que se votase la propuesta.
Cuando, al principio de la Asamblea el moderador (“dinamizador de asambleas”) expuso que se iba a tratar el tema del consenso de mínimos, y se enunciaron sus puntos básicos, la idea se acogió con júbilo por una gran mayoría de los asistentes. El “moderador” estaba lanzado a empezar el proceso de “votación”*, pero miró atrás y alguien con algún gesto muy preciso, que deben de haber usado ya muchas veces, le dejó claro en un momento que tocaba decir que no, que se estudiaría, se llevaría de nuevo a grupos de trabajo donde empezaría otra vez de cero el mismo proceso largo, tedioso y retorcido. Es sentido de esto: dispersar, desmoralizar, y encima que no quedase hacia fuera la impresión (cierta) de que están en contra de la propuesta por principio y así seguir jugando a la ambigüedad cara a la opinión pública para seguir captando ilusos desinformados e idealistas.
Ya no me cuento entre los que todavía piensan en que ese obscuro sistema hiperburocrático mutante, hecho ex-profeso para la confusión, va a tener alguna fisura por la cual una idea justa se pueda deslizar.
Yo sigo desde hoy mismo luchando con todos aquellos que comparten el mismo objetivo, la regeneración democrática de nuestro país, pero fuera de #acampadasol.
*Otro de los mecanismos de manipulación de las asambleas es que es el mismo moderador el que decide si algo se ha votado positivo o no, cometiendo auténticos atropellos, o repitiendo la misma votación varias veces hasta que salga el resultado deseado.
No quiero a partir de hoy hacerles el juego a los grupos antisistema que allí tienen controlada la toma de decisiones importantes.
Desde un principio, incluso antes de que pasase el momento de mayor apoyo popular a las protestas hubo movimientos muy organizados para alzarse con los puestos de poder de la acampada. Y ya desde ese principio, un grupo muy definido, con una gran presencia del movimiento okupa, empezó a controlar los turnos de palabra, el acceso al altavoz. Y desplegaron estrategias como posponer decisiones para desanimar, emborronar, desmovilizar y más tarde aprobar o rechazar esas mismas medidas a las 2 de la mañana cuando ya solamente quedan ellos. Imposibilitan así premeditadamente la participación efectiva de ciudadanos con obligaciones familiares, trabajo, estudiantes o cualquier persona con una ocupación y lo hacen convocando y desconvocando reuniones, posponiendo decisiones de la mañana a la tarde y luego a la noche, en reuniones de comisiones kafkianas que pueden durar cuatro horas, y en las que los temas importantes se tratan de refilón, obliterados por las más pintorescas propuestas programáticas o bien enfocadas a retroalimentar la burocracia mediante modificaciones constantes del organigrama general del campamento. Todo ese retorcido método está orientado a asegurarse una presencia importante de los grupos antisistema.
No quiero vincularme personalmente en que algo que pueda colaborar en que triunfe su propuesta de sustitución de la democracia por una oligarquía anticapitalista sin representación en la sociedad. Yo quiero que se reforme el sistema democrático, no dinamitarlo por la base para sustituirlo por lo que proponen estos. Antes pensaba que ellos querían más cosas y con más prisa, y ahora tengo claro que lo que quieren es algo diferente: que nunca van a aprobar el consenso de mínimos, no porque les parezca poco, sino porque no es lo que quieren: si aspiran a eliminar la Constitución, ¿cómo van a aceptar pedir reformar leyes puntuales, por importantes que estas sean? Simplemente no quieren acordar los puntos básicos porque no los comparten.
Mi visión es que los que se han apoderado del sistema #acampadasol están muy bien coordinados, han tomado el poder de decidir qué se habla, qué no, de cambiar órdenes del día a sus antojo, y saben que posponiendo la votación indefinidamente pueden estirarlo hasta que estén en una asamblea pequeña y controlada, o mejor, multitud de mini-asambleas de barrio que podrá capitalizar y manipular mucho mejor esta oligarquía que comparte un programa de ultraizquierda.
En la asamblea de ayer se iba a votar el consenso de mínimos, pues estaba en el orden del día después que en la anterior asamblea se aceptase debatirlo. Ayer la asamblea general era grande y llena de gente movilizada por la brutal agresión de los Mossos de Esquadra a los acampados de Barcelona, con lo que ellos, el grupo dominante, no podían tolerar por ningún medio que se votase la propuesta.
Cuando, al principio de la Asamblea el moderador (“dinamizador de asambleas”) expuso que se iba a tratar el tema del consenso de mínimos, y se enunciaron sus puntos básicos, la idea se acogió con júbilo por una gran mayoría de los asistentes. El “moderador” estaba lanzado a empezar el proceso de “votación”*, pero miró atrás y alguien con algún gesto muy preciso, que deben de haber usado ya muchas veces, le dejó claro en un momento que tocaba decir que no, que se estudiaría, se llevaría de nuevo a grupos de trabajo donde empezaría otra vez de cero el mismo proceso largo, tedioso y retorcido. Es sentido de esto: dispersar, desmoralizar, y encima que no quedase hacia fuera la impresión (cierta) de que están en contra de la propuesta por principio y así seguir jugando a la ambigüedad cara a la opinión pública para seguir captando ilusos desinformados e idealistas.
Ya no me cuento entre los que todavía piensan en que ese obscuro sistema hiperburocrático mutante, hecho ex-profeso para la confusión, va a tener alguna fisura por la cual una idea justa se pueda deslizar.
Yo sigo desde hoy mismo luchando con todos aquellos que comparten el mismo objetivo, la regeneración democrática de nuestro país, pero fuera de #acampadasol.
*Otro de los mecanismos de manipulación de las asambleas es que es el mismo moderador el que decide si algo se ha votado positivo o no, cometiendo auténticos atropellos, o repitiendo la misma votación varias veces hasta que salga el resultado deseado.
miércoles, 25 de mayo de 2011
¿Cómo materializaremos la energía del 15 de mayo? De las votaciones por internet a las iniciativas legislativas populares
Pasan los días después de las elecciones del 22 M y el panorama general se complica para la consecución de las reclamaciones de los indignados: los partidos siguen a lo suyo, confiados, y algunas acampadas emblemáticas, como la de Sol, han ido cambiado su perfil a medida que disminuye su capacidad de convocatoria. La única esperanza de que sobre los rescoldos de esta "revolución" surja otra vez la llama, incluso más fuerte, es agrupar, crear consensos, empujar todos en la dirección que nos ha unido, aun proviniendo de distintas posiciones ideológicas, o incluso de ninguna.
El consenso de mínimos permitirá todo eso. Las buenas noticias son que en internet muchos nos hemos organizado para defender esta postura, y aunque estamos necesitados de apoyos, algunas personas influyentes como Ricardo Galli e Ignacio Escolar se han sumado con fuerza. Galli, de hecho, se puede considerar en parte "el padre de la criatura". Además, algunas acampadas, como Barcelona, Palma y Vigo están trabajando ya en esa dirección. Es algo muy esperanzador.
Las malas noticias, es que, como es lógico, incluso en su esqueleto básico, las conclusiones consensuadas de las distintas asambleas, foros de internet e iniciativas, tienen ligeras diferencias: en sus prioridades, en la inclusión o no de un cuarto o incluso quinto punto...
Por un lado, todos estos primeros consensos y votaciones, aun siendo un inicio muy esperanzador, y es necesario participar en ellas al máximo, no tienen una base científica rigurosa. Votaciones que dependen de la presencia física en una plaza a una hora concreta, no son representativas de mucha más gente que podría participar y que comparte las ideas básicas. Y votaciones que dependen de un número de IP de un ordenador, o de una cuenta vinculada a un correo electrónico son fácilmente manipulables, borrando el caché del ordenador, usando varias terminales o creando múltiples cuentas.
Con esto, pienso que en estos momentos nos debemos centrar en la difusión de la idea de la búsqueda del consenso, y darle la importancia que tienen a estas primeras votaciones. En un momento dado, una vez propagada suficientemente la idea (como mínimo en números equivalentes a los de algunas de las famosas acampadas, para empezar a ser tomados en serio), el siguiente paso es organizar votaciones reguladas para cada uno de los puntos por separado. Esto se puede hacer mediante:
1- Votaciones con DNI electrónico vía internet, como forma rápida y cómoda de votación sin que requiera la presencia física del votante.
2- La presentación de Iniciativas Legislativas Populares separadas para cada uno de los puntos básicos. Este procedimiento tiene las siguientes ventajas:
La otra pega es que una vez presentadas las ILPs en el parlamento las pueden echar para atrás todas, una a una. Cierto también. No obstante, tendrán también que retratarse todos los partidos cada vez con cada uno de los puntos, dejando claro que son parte del problema. Esto avivará el debate público y permitirá que se afiancen partidos de todo el espectro ideológico que defiendan los puntos básicos. También es posible que aprueben algunos puntos y echen para atrás otros, lo que ya sería un avance. Además, se ejercerá una presión más puntual y coordinada que ya no les va a permitir decir que esto es cosa de cuatro "perroflautas" que no saben ni lo que quieren. Se contabiliza el apoyo real de cada una de las peticiones concretas.
A día de hoy la prioridad tiene que ser difundir la idea, apuntarse a los grupos de internet, recabar apoyos, llegar a los medios, tratar de exponer estas ideas en las asambleas que sigan siendo permeables al debate... todas las vías de difusión son positivas. Hay mucha gente que todavía no se ha enterado (o bien no ha querido enterarse) ni siquiera de qué pide el 15M: es el momento de que lo conozcan sin deformar.
Nota (12/6/2011): A estas alturas es sobradamente conocido que las ILPs han tenido una muy limitada incidencia para ejercer presión sobre las instituciones en lo que va de democracia, y medio centenar de ellas han dado como resultado la aceptación de tan solo una. Esto, sumado a que no está contemplada la posibilidad de cambiar leyes orgánicas mediante ILPs (la Ley electoral lo es), hace que debamos de analizar cuál es el mecanismo adecuado con más detalle. Tal vez una simple petición al Congreso mediante la recogida de firmas (electrónicas y en papel) podría ser el sustituto para el caso de la Ley Electoral. Es evidente que sólo con eso no se conseguirá el objetivo de cambio, con lo que sería anecesario usar todos los medios legales al alcance del ciudadano: desde recurrir masivamente al Defensor del Pueblo hasta manifestaciones, pasando por presión en los medios de comunicación e internet, creación de asociaciones que lo coordinen, etc.
El consenso de mínimos permitirá todo eso. Las buenas noticias son que en internet muchos nos hemos organizado para defender esta postura, y aunque estamos necesitados de apoyos, algunas personas influyentes como Ricardo Galli e Ignacio Escolar se han sumado con fuerza. Galli, de hecho, se puede considerar en parte "el padre de la criatura". Además, algunas acampadas, como Barcelona, Palma y Vigo están trabajando ya en esa dirección. Es algo muy esperanzador.
Las malas noticias, es que, como es lógico, incluso en su esqueleto básico, las conclusiones consensuadas de las distintas asambleas, foros de internet e iniciativas, tienen ligeras diferencias: en sus prioridades, en la inclusión o no de un cuarto o incluso quinto punto...
Por un lado, todos estos primeros consensos y votaciones, aun siendo un inicio muy esperanzador, y es necesario participar en ellas al máximo, no tienen una base científica rigurosa. Votaciones que dependen de la presencia física en una plaza a una hora concreta, no son representativas de mucha más gente que podría participar y que comparte las ideas básicas. Y votaciones que dependen de un número de IP de un ordenador, o de una cuenta vinculada a un correo electrónico son fácilmente manipulables, borrando el caché del ordenador, usando varias terminales o creando múltiples cuentas.
Con esto, pienso que en estos momentos nos debemos centrar en la difusión de la idea de la búsqueda del consenso, y darle la importancia que tienen a estas primeras votaciones. En un momento dado, una vez propagada suficientemente la idea (como mínimo en números equivalentes a los de algunas de las famosas acampadas, para empezar a ser tomados en serio), el siguiente paso es organizar votaciones reguladas para cada uno de los puntos por separado. Esto se puede hacer mediante:
1- Votaciones con DNI electrónico vía internet, como forma rápida y cómoda de votación sin que requiera la presencia física del votante.
2- La presentación de Iniciativas Legislativas Populares separadas para cada uno de los puntos básicos. Este procedimiento tiene las siguientes ventajas:
- Independiza cada uno de los puntos, con lo que cada uno puede votar (firmar) sólo aquéllos con los que se encuentra más cómodo, aquéllos que apoya.
- Permite hacer más presión a los políticos, que se tienen que enfrentar cara a cara con cada una de las propuestas, y tomar posición.
- Se presenta de una manera oficial y se dirige directamente al organismo que tiene la capacidad para cambiarlo: el Parlamento. Tiene más repercusión en los medios que votaciones por internet.
- La petición de firmas se puede centralizar, de manera que la logística es muy similar a si se presentase una sola ILP.
La otra pega es que una vez presentadas las ILPs en el parlamento las pueden echar para atrás todas, una a una. Cierto también. No obstante, tendrán también que retratarse todos los partidos cada vez con cada uno de los puntos, dejando claro que son parte del problema. Esto avivará el debate público y permitirá que se afiancen partidos de todo el espectro ideológico que defiendan los puntos básicos. También es posible que aprueben algunos puntos y echen para atrás otros, lo que ya sería un avance. Además, se ejercerá una presión más puntual y coordinada que ya no les va a permitir decir que esto es cosa de cuatro "perroflautas" que no saben ni lo que quieren. Se contabiliza el apoyo real de cada una de las peticiones concretas.
A día de hoy la prioridad tiene que ser difundir la idea, apuntarse a los grupos de internet, recabar apoyos, llegar a los medios, tratar de exponer estas ideas en las asambleas que sigan siendo permeables al debate... todas las vías de difusión son positivas. Hay mucha gente que todavía no se ha enterado (o bien no ha querido enterarse) ni siquiera de qué pide el 15M: es el momento de que lo conozcan sin deformar.
Nota (12/6/2011): A estas alturas es sobradamente conocido que las ILPs han tenido una muy limitada incidencia para ejercer presión sobre las instituciones en lo que va de democracia, y medio centenar de ellas han dado como resultado la aceptación de tan solo una. Esto, sumado a que no está contemplada la posibilidad de cambiar leyes orgánicas mediante ILPs (la Ley electoral lo es), hace que debamos de analizar cuál es el mecanismo adecuado con más detalle. Tal vez una simple petición al Congreso mediante la recogida de firmas (electrónicas y en papel) podría ser el sustituto para el caso de la Ley Electoral. Es evidente que sólo con eso no se conseguirá el objetivo de cambio, con lo que sería anecesario usar todos los medios legales al alcance del ciudadano: desde recurrir masivamente al Defensor del Pueblo hasta manifestaciones, pasando por presión en los medios de comunicación e internet, creación de asociaciones que lo coordinen, etc.
martes, 24 de mayo de 2011
Algunas reflexiones acerca del 15 M y la necesidad de un consenso de mínimos
Una de las cuestiones que más me llamaron y atrajeron hacia el 15M es su carácter realmente novedoso en el panorama político español, pero también en el internacional. Y la prueba es que a la prensa de muchos países, incluido el nuestro, le ha pillado con el pie cambiado.
El periodista medio se ha planteado "Veamos: ¿quiénes son estos y qué piden?"
La primera tentación en la que cayeron muchos de ellos es la de coger una plantilla conocida y trasladarla tal cual. ¿Es esto Egipto?, se preguntaban. "No puede ser Egipto porque en España hay ya una democracia, que lo he leído". Cogieron entonces paralelos que puediesen ser referencias en Europa y llegaron a la conclusión de que estaban frente a un fenómeno asimilable a las revueltas sociales de Grecia. No podían estar más equivocados. Cierto que la situación de un paro brutal y rampante ha sido detonante del malestar general, es esa la parte de la que podemos estar avergonzados: la democracia ya funcionaba igual de mal cuando atábamos los perros con longanizas, y nadie (o casi nadie) movió un dedo.
Pero la esperanza me la dio el que las consignas, la mayoría, de ellas, no eran "Queremos trabajo, queremos ayudas estatales", sino "Queremos una democracia mejor", "Queremos la capacidad de poder elegir a nuestros representantes de una manera más justa". Eso son puntos básicos que no se pueden identificar más con una u otra ideología del panorama político actual, primero porque son reivindicaciones que cualquier demócrata de corazón suscribiría, ni con ningún partido porque son precisamente sus estructuras cerradas establecidas unas de las principales atacadas en todo esto. No se puede pedir que los partidos se identifiquen con estas exigencias, aunque algunos lo hagan de boquilla y por oportunismo, porque en realidad significa sacarles del sistema en el que más cómodos están.
Estos últimos días estamos recibiendo mensajes de que lo que hay que hacer es crear un nuevo partido que defienda todo lo que se reivindica: ese sería un error de bulto, y considero que esas peticiones en muchos casos son del todo malintencionadas y destinadas a boicotear el éxito de las iniciativas:
A los partidos les interesa enfrentarse con un adversario conocido, en los términos y con el campo de juego en el que se sienten cómodos: están preparados para ningunear y derribar otro partido más, tienen experiencia en eso y además esta ley electoral les ayuda. Más allá, un partido necesita posicionarse en todos los aspectos de la realidad: desde la política energética a las relaciones internacionales, dede la educación a la sanidad. Y se acaba conviertiendo en otro bloque monolítico, otro paquete de medidas que las tomas o las dejas, como las lentejas... el trágala al que nos tienen acostumbrado. "Yo voto a este, porque es el menos malo", solemos decir.
Para que esto signifique algo, para que podamos recordar el hashtag de #spanishrevolution sin sentir un poco de vergüenza por el uso gratuito del término "revolución", tenemos que mantenermos ajenos a los esquemas de partidos, que son parte de la base del problema. Y centrarnos en el esqueleto de la regeneración democrática. Yo, claro, tengo mis prioridades, sé cuál sería mi "consenso de mínimos", en mi caso la petición de la apertura de listas para la ruptura de la férrea disciplina de los partidos (con un diputado que fuese por partido al hemiciclo bastaría a día de hoy), la eliminación de la ley D'Hont y la implantación de un sistema electoral en el cual todos los votos valgan lo mismo independentemente de dónde o a quién votes, y medidas para una efectiva y real independencia del poder judicial. Otros hacen más énfasis en el papel del Senado, en medidas para la transparencia institucional contra la corrupción. Todo esto se debe hablar para identificarlos todos, no dejarse ninguno.
El motivo por el que creo que nos debemos de centrar en este debate, y no en detalles programáticos es por un lado práctico a corto plazo (agruparemos mucho más consenso) y a largo plazo, pues sentando las bases de una democracia mejor tendremos, todos, la posibilidad de influir de una manera más directa y equitativa para la solución de los demás problemas concretos que cada uno pueda sentir prioritarios.
Es por ello que creo urgente retomar la fuerza de un movimiento que ahora corre peligro de disolverse y convertirse en uno, o más bien, varios micropartidos (o tal vez pseudopartidos) muy ideologizados, a los que yo, y creo que muchos nunca votaríamos. Los grandes lo saben desde sus despachos, y por eso respiran tranquilos.
Démosles algo en qué pensar.
El periodista medio se ha planteado "Veamos: ¿quiénes son estos y qué piden?"
La primera tentación en la que cayeron muchos de ellos es la de coger una plantilla conocida y trasladarla tal cual. ¿Es esto Egipto?, se preguntaban. "No puede ser Egipto porque en España hay ya una democracia, que lo he leído". Cogieron entonces paralelos que puediesen ser referencias en Europa y llegaron a la conclusión de que estaban frente a un fenómeno asimilable a las revueltas sociales de Grecia. No podían estar más equivocados. Cierto que la situación de un paro brutal y rampante ha sido detonante del malestar general, es esa la parte de la que podemos estar avergonzados: la democracia ya funcionaba igual de mal cuando atábamos los perros con longanizas, y nadie (o casi nadie) movió un dedo.
Pero la esperanza me la dio el que las consignas, la mayoría, de ellas, no eran "Queremos trabajo, queremos ayudas estatales", sino "Queremos una democracia mejor", "Queremos la capacidad de poder elegir a nuestros representantes de una manera más justa". Eso son puntos básicos que no se pueden identificar más con una u otra ideología del panorama político actual, primero porque son reivindicaciones que cualquier demócrata de corazón suscribiría, ni con ningún partido porque son precisamente sus estructuras cerradas establecidas unas de las principales atacadas en todo esto. No se puede pedir que los partidos se identifiquen con estas exigencias, aunque algunos lo hagan de boquilla y por oportunismo, porque en realidad significa sacarles del sistema en el que más cómodos están.
Estos últimos días estamos recibiendo mensajes de que lo que hay que hacer es crear un nuevo partido que defienda todo lo que se reivindica: ese sería un error de bulto, y considero que esas peticiones en muchos casos son del todo malintencionadas y destinadas a boicotear el éxito de las iniciativas:
A los partidos les interesa enfrentarse con un adversario conocido, en los términos y con el campo de juego en el que se sienten cómodos: están preparados para ningunear y derribar otro partido más, tienen experiencia en eso y además esta ley electoral les ayuda. Más allá, un partido necesita posicionarse en todos los aspectos de la realidad: desde la política energética a las relaciones internacionales, dede la educación a la sanidad. Y se acaba conviertiendo en otro bloque monolítico, otro paquete de medidas que las tomas o las dejas, como las lentejas... el trágala al que nos tienen acostumbrado. "Yo voto a este, porque es el menos malo", solemos decir.
Para que esto signifique algo, para que podamos recordar el hashtag de #spanishrevolution sin sentir un poco de vergüenza por el uso gratuito del término "revolución", tenemos que mantenermos ajenos a los esquemas de partidos, que son parte de la base del problema. Y centrarnos en el esqueleto de la regeneración democrática. Yo, claro, tengo mis prioridades, sé cuál sería mi "consenso de mínimos", en mi caso la petición de la apertura de listas para la ruptura de la férrea disciplina de los partidos (con un diputado que fuese por partido al hemiciclo bastaría a día de hoy), la eliminación de la ley D'Hont y la implantación de un sistema electoral en el cual todos los votos valgan lo mismo independentemente de dónde o a quién votes, y medidas para una efectiva y real independencia del poder judicial. Otros hacen más énfasis en el papel del Senado, en medidas para la transparencia institucional contra la corrupción. Todo esto se debe hablar para identificarlos todos, no dejarse ninguno.
El motivo por el que creo que nos debemos de centrar en este debate, y no en detalles programáticos es por un lado práctico a corto plazo (agruparemos mucho más consenso) y a largo plazo, pues sentando las bases de una democracia mejor tendremos, todos, la posibilidad de influir de una manera más directa y equitativa para la solución de los demás problemas concretos que cada uno pueda sentir prioritarios.
Es por ello que creo urgente retomar la fuerza de un movimiento que ahora corre peligro de disolverse y convertirse en uno, o más bien, varios micropartidos (o tal vez pseudopartidos) muy ideologizados, a los que yo, y creo que muchos nunca votaríamos. Los grandes lo saben desde sus despachos, y por eso respiran tranquilos.
Démosles algo en qué pensar.
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